¿Te tragas insectos mientras duermes? Lo que dice la ciencia (y lo que pasa en la vida real)
Durante años ha circulado la espeluznante idea de que, mientras dormimos, podríamos estar tragándonos arañas, cucarachas o mosquitos sin saberlo. Algunos medios incluso afirman que una persona podría ingerir hasta 500 insectos a lo largo de su vida. Pero ¿qué tan cierto es esto? Y más aún, ¿qué relevancia tiene en América Latina?
Según Bill Shear, expresidente de la Sociedad Aracnológica Americana, esta historia es más ficción que realidad. Los insectos, en general, evitan a los humanos dormidos por los sonidos, vibraciones y la respiración que emitimos. Entonces, la probabilidad de que ocurra es mínima y no hay evidencia científica sólida que respalde esas famosas cifras alarmantes.
🚲 Pero en bicicleta (o moto)... la cosa cambia
A diferencia del ambiente tranquilo del dormitorio, ir en bicicleta o motocicleta al aire libre multiplica las posibilidades de encontrarse cara a cara —o boca a boca— con un insecto. La velocidad, la exposición y la falta de protección facial hacen que sea relativamente común que ciclistas y motociclistas se traguen moscas, mosquitos, polillas e incluso abejas. Esto suele pasar en zonas rurales o boscosas, y especialmente durante el amanecer o el atardecer. Aunque en la mayoría de casos no genera complicaciones, sí hay reportes de alergias o molestias respiratorias.
🦟 El caso de América Latina: insectos, tradiciones y riesgos realesEn América Latina, los insectos que pueden estar presentes en los dormitorios varían según la región: mosquitos, cucarachas, ácaros y, en algunas zonas rurales, los temidos triatominos o “chinches besuconas”. Estos últimos son relevantes en países como Ecuador, Colombia o México, ya que pueden transmitir el Trypanosoma cruzi, causante del mal de Chagas. Investigaciones del CISeAL y la PUCE han documentado su presencia en viviendas de adobe o caña en regiones como Loja, El Oro y áreas rurales de Pichincha.
Desde un punto de vista médico, tragarse un insecto ocasional —aunque accidental— rara vez genera daños. De hecho, la FAO promueve el consumo de insectos como alternativa alimentaria sostenible, y en muchos países de la región forman parte de la gastronomía tradicional: chapulines, hormigas culonas o chontacuros, por mencionar algunos. Aun así, si el insecto es portador de bacterias o alérgenos, puede provocar reacciones adversas. Por eso, tanto en casa como sobre ruedas, la prevención nunca está de más: buena higiene en el dormitorio, mosquiteros, gafas protectoras y casco cerrado.
¿Y tú? ¿Alguna vez te tragaste un bicho sin querer? Cuéntamelo en los comentarios o comparte esta nota con ese amigo ciclista que siempre pedalea con la boca abierta. Porque cuando se trata de bichos... mejor mantener la boca cerrada
Antisana Media Online
30/06/2025
Si te gustó este artículo compártelo 😉