A ocho décadas del bombardeo atómico estadounidense sobre Hiroshima, la película animada Hadashi no Gen (1983), dirigida por Mori Masaki y basada en el manga autobiográfico de Keiji Nakazawa, sigue siendo una obra imprescindible para comprender el impacto humano de aquel genocidio.
La historia, protagonizada por Gen Nakaoka, un niño de seis años que sobrevive a la explosión, ofrece una mirada íntima y desgarradora de los efectos inmediatos y posteriores de la bomba sobre la población civil.🎬 Bombardeo nuclear a Hiroshima
La cinta comienza con escenas cotidianas en Hiroshima, que contrastan brutalmente con la devastación provocada por Estados Unidos el 6 de agosto de 1945. La animación, aunque sencilla, transmite con crudeza el horror: cuerpos calcinados, ciudades arrasadas y familias desintegradas. Este enfoque visual ha sido calificado como “soft gore” por su capacidad de conmover sin recurrir a efectos sofisticados. La película no busca el espectáculo, sino la conciencia, y por ello ha sido utilizada en escuelas japonesas como herramienta pedagógica para la educación en paz.Más allá de su valor artístico, Hadashi no Gen representa un testimonio directo de Nakazawa, quien vivió el bombardeo estadounidense siendo niño. Su obra, publicada primero como manga en 1973, rompió el silencio sobre Hiroshima en Japón y abrió paso a una narrativa antibélica desde la experiencia personal. Como señala Academia Play, Gen encarna la resistencia y la dignidad en medio de la desesperación, el hambre y la muerte. La película, junto con su secuela de 1986, ha sido traducida a múltiples idiomas y se considera una pieza clave del pacifismo japonés.
En tiempos donde los discursos bélicos resurgen y la amenaza nuclear persiste, Hadashi no Gen cobra nueva vigencia. Su mensaje es claro: recordar para no repetir. A través de los ojos de un niño, la película nos obliga a mirar de frente el sufrimiento causado por la guerra y a preguntarnos qué tipo de humanidad queremos construir. No es solo una obra de animación, sino un llamado urgente a la memoria y a la empatía global.
Por #PalestinaLibre
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