La inteligencia artificial ha generado una imagen de Jesús de Nazaret que rompe con dos milenios de tradición visual, mostrando un rostro más cercano a la realidad histórica que al ideal occidentalizado.
Durante siglos, la representación de Jesús ha estado marcada por el arte europeo: piel clara, ojos azules o verdes y cabello largo y ondulado. Sin embargo, estas imágenes respondían más a cánones culturales que a datos históricos. La última generación de inteligencia artificial, integrada en ChatGPT, ha ofrecido una reconstrucción basada en estudios arqueológicos, antropológicos y forenses, que muestra a un hombre moreno, de rostro ancho, nariz recta y cabello corto y rizado, rasgos más acordes con la población semítica de Galilea en el siglo I.
El modelo de IA no se limita a crear una ilustración artística, sino que interpreta información científica: restos óseos hallados en la región, estudios genéticos poblacionales y reconstrucciones previas como la realizada por Richard Neave en 2001. El resultado es un rostro con detalles realistas —arrugas, poros, barba irregular— que transmite humanidad y cercanía. Esta aproximación busca complementar la fe con la historia, ofreciendo una visión más verosímil del Jesús que vivió hace más de dos mil años.
La propuesta ha generado debate. Para algunos creyentes, la imagen tradicional es inseparable de la devoción; para otros, esta reconstrucción es una oportunidad de acercarse al Jesús histórico, al hombre que predicó en Galilea y caminó entre pescadores. Más allá de la religión, el ejercicio revela cómo la tecnología puede transformar la manera en que conectamos con el pasado: no pretende sustituir la iconografía heredada, sino abrir un nuevo capítulo donde la evidencia científica y la inteligencia artificial dialogan con la tradición.
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