María Branyas, quien vivió hasta los 117 años, se convirtió en un caso fascinante para la ciencia debido a su longevidad y salud excepcional.
Su genética fue uno de los factores clave. Según estudios realizados por el Instituto Josep Carreras, su ADN contenía genes protectores que la protegían de enfermedades cardiovasculares y metabólicas, como la diabetes. Además, su edad biológica era significativamente menor que su edad cronológica, lo que contribuyó a su resistencia frente a enfermedades graves.El estilo de vida de María también jugó un papel importante. Mantuvo una vida activa tanto física como mentalmente, disfrutando de caminatas regulares y tiempo de calidad con su familia. Evitó el alcohol y el tabaco, y priorizó un entorno social positivo, lo que contribuyó a su bienestar emocional y físico.
La ciencia también destaca la importancia de su entorno familiar y social. María vivió rodeada de sus seres queridos, lo que redujo el estrés y la soledad, factores que pueden impactar negativamente en la salud. Su longevidad no solo fue un logro personal, sino que también ofreció valiosas lecciones sobre cómo el apoyo social puede influir en la calidad de vida.